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Día 3 — Buscar a Dios en cada paso, la única manera de avanzar

Cuando comenzó su viaje, María tenía un mapa en la mano, con instrucciones claras sobre dónde ir y qué hacer. Siempre había sido una planificadora y estaba segura de que seguir este mapa la llevaría a su destino final: una comprensión y una relación más profunda con Dios. Pero no le tomó mucho tiempo para darse cuenta de que no era ella quien estaba en control. María se dio cuenta de que el viaje no era tan sencillo como había pensado; el viaje tenía desvíos y despeñaderos. El camino no estaba marcado en su mapa porque María no seguía un destino sino a una persona. Por eso el siguiente paso es siempre el mismo: buscar a Dios.

Salmo 119:2 ¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan!

Ser bienaventurado a menudo comunica ser favorecido por Dios, experimentar su bondad. Esto puede incluir tener buena salud, estabilidad financiera y relaciones significativas. Sin embargo, ser bienaventurado no es necesariamente lo mismo que experimentar una vida fácil o sin problemas. Es posible atravesar circunstancias o desafíos y aun así ser bendecidos por Dios. Somos bendecidos por su presencia y apoyo durante tiempos difíciles, o la paz y propósito que vienen de confiar en él y saber que él es soberano sobre todas las cosas.

En la Biblia, el concepto de ser bienaventurado a menudo se relaciona con la obediencia a los mandatos de Dios y con vivir de acuerdo con su voluntad. Por ejemplo, en el Salmo 1:1-2, dice: "bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores." Este pasaje sugiere que la verdadera bienaventuranza proviene de con quién me asocio. Y en el caso del salmista, él es bienaventurado porque se asocia o busca a Dios.

Claro está, la invitación es a "buscarlo con todo su corazón." Esta frase implica un profundo deseo y compromiso de vivir la aventura de buscar y ser guiado por Dios, en lugar de simplemente seguir rituales o recitar verdades correctas.

En un mundo que a menudo busca las cosas incorrectas—las posesiones materiales y los placeres terrenales—esta búsqueda desenfocada nos lleva a perder de vista la fuente última de felicidad y satisfacción: una relación con Dios. Buscar a Dios significa más que solo asistir a la iglesia o seguir rituales. Implica cultivar activamente una relación con él a través de la oración y el estudio de su ley.

En la Escritura encontramos al Dios creador y arquitecto que ha hecho nuestro mundo con sabiduría, propósito y diseño. Buscar a Dios implica alinear los pensamientos, acciones y relaciones con su voluntad y propósito. Al hacerlo, no vamos contra la corriente de lo que Dios ha creado y diseñado. Y por eso, somos bienaventurados.

Ahora, es posible pensar en buscar a Dios como algo individual y personal, algo completamente desconectado del otro. Amar y servir a los demás, ofrecer apoyo y aliento son frutos de la semilla que la ley siembra en el corazón en la búsqueda de Dios.  

En nuestro mundo es tentador priorizar nuestros propios deseos y es fácil buscar equivocadamente. Pero este versículo nos recuerda que el verdadero gozo y la realización provienen no de buscar cosas, sino de buscar a una persona, así como lo entendió María.

Bienaventurados los que buscan a Dios, porque lo encontrarán.
Lo buscarán en la quietud de su propio corazón,
Lo buscarán en medio de sus penas y pruebas,
Lo buscarán en medio de sus luchas y dudas, y lo encontrarán.

Jesús, ¿cuál es el paso de obediencia que quieres que dé hoy?; Espíritu, ¿cómo vas a usar este paso de obediencia para santificar y perfeccionar mi vida?; Padre, ¿en cuál de tus promesas puedo confiar para dar el paso de obediencia que Jesús me pide que dé?

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