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Día 16 — Pausar para meditar
Hace muchos años, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía un hombre llamado Juan. Era un hombre trabajador y dedicado, pero siempre se sentía estresado y agobiado. A menudo se encontraba pensando en su trabajo y sus problemas, y no podía encontrar paz. Un día, mientras caminaba por la montaña, conoció a un anciano sabio que le habló sobre la importancia de meditar.
Cuando Juan escuchó la palabra “meditar” inicialmente pensó en la meditación moderna, una variedad de técnicas mentales que buscan alcanzar un estado de relajación y conciencia. Pero el anciano explicó que la meditación bíblica se refiere a la práctica de reflexionar y meditar en la Palabra de Dios, en la Biblia. La meditación bíblica tiene como objetivo reflexionar en el carácter de Dios, discernir las formas en las que debemos participar en su plan redentor, al tiempo que establecemos una conexión más profunda con él. Esto es lo que describe el Salmo 119:15 “Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos.”
“Meditar" en este versículo sugiere una profunda contemplación y reflexión sobre los preceptos divinos, mientras que "considerar" sugiere un esfuerzo consciente para comprender y seguir los caminos de Dios.
Este versículo sugiere que meditar en los preceptos de Dios y considerar sus caminos es necesario para una vida virtuosa y plena. Los preceptos divinos son una guía para vivir una vida justa y recta, y seguir los caminos de Dios es lo que nos lleva a la verdadera sabiduría y a la paz. No meditar y considerar puede conducir a decisiones y acciones poco reflexivas y poco éticas. También puede contribuir al estrés y la ansiedad, y a dificultades para enfrentar problemas y resolver conflictos de manera efectiva. En reflexión considera la siguiente oración:
Jesús, ¿cuál es el paso de obediencia que quieres que de hoy?; Espíritu, ¿cómo vas a usar este paso de obediencia para santificar y perfeccionar mi vida?; Padre, ¿en cuál de tus promesas puedo confiar para dar el paso de obediencia que Jesús me pide que dé?
Amén