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Día 26 — Muerto viviente

Salmo 119-25
Abatida hasta el polvo está mi alma;
Vivifícame según tu palabra.

Augusto no ha estado muy bien últimamente, se siente agotado y sin entusiasmo. Tampoco siente deseos de hablar con la gente, esto le ha traído problemas en su trabajo pues su área implica atención al público. También ha tenido conflictos con su esposa porque ella siente que él ha perdido interés en ella. Augusto no quiere dar explicaciones, solo quiere llegar a la casa y dormir. En el versículo de hoy leemos una frase que resume la situación de Augusto.

El salmista se describe así mismo en una situación precaria: “Postrado estoy en el polvo”. Al mirar diferentes versiones de la Biblia podemos hacernos una idea más amplia de su situación: “Abatida hasta el polvo está mi alma” (RV60), “Estoy muy decaído” (TLA), “Estoy tirado en el polvo” (NTV). ¿Cuál es el estado de esta persona? Sin duda, no hablamos de una enfermedad física, sino de un estado emocional. Aunque la persona está tirada en el polvo, o en la cama, su estado físico es un reflejo de cómo se siente interiormente. Ya no puede ni sostenerse en pie, no tiene fuerzas internas para continuar, parece haber renunciado a todo propósito. Este estado emocional tiene nombre: Depresión.

En un artículo del 2021 la OMS explica diferentes aspectos sobre la depresión. Afirma que la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, aproximadamente 280 millones de personas tienen depresión. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede llegar a convertirse en un problema de salud serio. En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio o de falta de energía.

El salmista se encuentra pasando por un episodio depresivo y aunque no tiene fuerzas, su último gramo de energía lo usa para clamar a Dios: “dame vida conforme a tu palabra”, ruega. Otras versiones dicen: “reanímame tal como lo prometiste” (PDT), “revíveme con tu palabra” (NTV). Hay algo que el orante tiene claro en medio de su oscuridad: La palabra del Señor puede vivificarlo, reanimarlo, revivirlo, darle ánimo, sacarlo del polvo, levantarlo, devolverle la esperanza y el sentido de la vida.

Si en algún momento, por la depresión experimentas dificultades considerables en tu funcionamiento personal, familiar, social, educativo o en todos los otros espacios en los que te mueves y estás cansado ya de sentirte como te sientes; puedes estar seguro que una oración como la del salmista te será respondida. Puedes pedir confiadamente “reanímame tal como lo prometiste, vivifícame con tu palabra”.

¿Acudes en oración a Dios cuando te sientes deprimido o desanimado? ¿De qué maneras crees que Dios te está invitando a crecer al tratar con tu ánimo cambiante? ¿Hay alguna promesa que el Señor te haya dado a la que te puedas anclar en los momentos de depresión?

Padre bueno, estoy tirado en el polvo, revíveme con tu palabra, por favor.

Amén.

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