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Día 7 — Lo que interrumpe la vergüenza

La vergüenza puede ser una emoción dolorosa y paralizante. Ed Welch define la vergüenza como pensar y sentir que somos “inaceptables por causa de algo que hemos hecho que es necio y malévolo, algo que hicieron contra nosotros que fue necio y malévolo, o por estar asociados con algo o alguien que es necio y malévolo” (por ejemplo, familia, nación, cónyuge). La vergüenza es una emoción social; queremos ser aceptados por la comunidad o grupo al que pertenecemos. La vergüenza hace que sintamos no solo que algo está mal en nosotros, nos dice que “somos un error.”

Podríamos decir que la vergüenza es una emoción puesta por Dios dentro de nuestro sistema para auto-regularnos “no hagas esto porque te vas a ver como un necio”. Y al mismo tiempo, la sociedad va a querer imponer sobre nosotros un estándar que nos va a llevar a evaluar nuestra vida desde lo que es socialmente aceptado, más no necesariamente correcto. Y es ahí que necesitamos comparar nuestra vida con los mandatos de Dios. El salmo 119:6 nos dice: "Entonces no tendré vergüenza cuando compare mi vida con tus mandatos."

Si la vergüenza se relaciona a menudo con una sensación de fracaso, sentirnos inadecuados (carentes de honor y dignidad), cuando no hemos cumplido con un estándar o expectativa, la Biblia provee ese estándar. Por un lado, tenemos la ley de Dios escrita en nuestros corazones, lo que significa que tenemos un sentido innato de lo que es correcto y lo que no lo es. Y esta ley interna es completamente consistente con los mandatos de Dios, por ejemplo, robar o deshonrar a nuestros padres, conforme a los 10 mandamientos.

En el salmo 119, el salmista presenta los mandatos del Señor como el estándar de lo bueno y lo moral. Por lo tanto, ignorar la enseñanza nos va a llevar a la vergüenza, nos va a llevar a pecar contra el prójimo y, por ende, contra Dios. Por eso, el autor está convencido de que, si seguimos los mandatos de Dios, no tendremos de qué avergonzarnos. A través de este verso, el escritor nos dice cómo Dios, nos dio el estándar y, al hacerlo, interrumpe la vergüenza. En últimas, Jesús murió desnudo en una cruz en una plaza pública, porque en su muerte estaba llevando nuestra vergüenza. Seguir sus enseñanzas y abrazar su gracia interrumpe nuestra vergüenza. ¿Qué parte de la ley estás descuidando? En oración medita en las siguientes tres peguntas:

Jesús, ¿cuál es el paso de obediencia que quieres que de hoy?; Espíritu, ¿cómo vas a usar este paso de obediencia para santificar y perfeccionar mi vida?; Padre, ¿en cuál de tus promesas puedo confiar para dar el paso de obediencia que Jesús me pide que dé?

Amen.

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