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Día 1 — La importancia del Salmo 119

El Salmo 119 es un salmo extenso que está estructurado como un poema acróstico, cada sección comienza con una letra sucesiva del alfabeto hebreo. Cada sección contiene ocho versículos, y el tema del salmo es la importancia y el valor de la Palabra de Dios.

El Salmo 119 contiene 176 versículos que hacen referencia a la Palabra de Dios. El hecho de que sea el capítulo más extenso nos dice algo sobre su relevancia: la Biblia es el regalo y recurso que Dios ha dado a su pueblo para que pueda vivir conforme a su voluntad en medio de un mundo caído. Según el Salmo, la Escritura es la Palabra de verdad, de vida, de gracia, de instrucción y de lamento. ¡Qué regalo! Sin este recurso el creyente no puede sobrevivir.

Ya que la Palabra de Dios es tan central, el salmista usa ocho palabras para hacer referencia a ella, así que el Salmo no cae en la monotonía: “la ley” (v.1), “los testimonios” (v.2), “los caminos” (v.3), “los estatutos” (v.5), “los juicios” (v.7), “la palabra” (v.9), “la promesa” (v.38).

La razón por la que el Salmista escribe este salmo no es la obligación: “para yo graduarme tengo que memorizar la ley,” “para tener el ascenso tengo que hacer ese curso,” “para que me vaya bien y todos mis planes sean prosperados necesito la Palabra.” Más bien, el salmista exclama: “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (v.97).

Con la excepción de los primeros tres versículos, una característica del Salmo es que se habla de la ley y en tercera persona “tu palabra,” “tu, oh Dios,” “tus promesas,” “tu ley.” Así que es un salmo personal porque sale del corazón de alguien que está caminando por la vida y aunque se ha encontrado con todo tipo de circunstancias y emociones, encuentra en la Palabra de Dios, las promesas, la guía y el aliento para seguir transitando. Es importante notar que el salmo describe la vida de quien ya tiene una relación con Dios, ya ha experimentado la gracia de Dios, ya es parte de la comunidad del pacto. Por esta razón, la obediencia a lo que el salmo pide, no es para ganarse la salvación, sino la respuesta a un Dios amoroso y redentor que ha revelado su carácter y voluntad a través de la ley.

Para quienes nos encontramos después de la cruz, entendemos que la Palabra escrita nos conecta con la Palabra encarnada, Cristo. Estamos llamados, como parte de nuestro discipulado, a responder en obediencia al llamado que Cristo nos hace a través de su Palabra. La iniciativa es de Dios, nuestra parte es responder a la obra que Dios está haciendo en nosotros individual y colectivamente. Estas reflexiones asumen que no podemos vivir la vida que el salmo espera de nosotros sin la obra continua de Dios en nosotros. Por eso, al finalizar cada reflexión, responderemos a tres preguntas:

Jesús, ¿cuál es el paso de obediencia que quieres que dé hoy?; Espíritu, ¿cómo vas a usar este paso de obediencia para santificar y perfeccionar mi vida?; Padre, ¿en cuál de tus promesas puedo confiar para dar el paso de obediencia que Jesús me pide que dé?

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